Uno de los puntos fuertes de Australia es su naturaleza y la inmensidad y variedad de sus paisajes. Al fin y al cabo, se trata de un continente con una extensión tremenda en la que caben desde selvas tropicales, hasta áridos desiertos, pasando por montañas, valles, playas desiertas, pequeñas granjas y grandes ciudades.
Una de las cosas que más me gustan de Sídney, es que a pesar de ser una gran ciudad (casi 5 millones de habitantes), conserva precisamente su enfoque natural. Sídney está repleto de preciosos rincones naturales, siempre con su bahía omnipresente.
Después de un tiempo aquí, aun me maravillo cuando paso por una calle llena de árboles milenarios, cuando veo un possum en el parque, cuando accedo a una de las playas de la bahía después de pasear por un camino semi-selvático, cuando me encuentro uno de los grandes lagartos en un parque de la bahía, cuando paseo por los acantilados del camino de ronda que conecta las distintas playas del océano, cuando me encuentro una tarántula en casa (no me hace especial ilusión, pero aun alucino), cuando crece una mini-selva en el patio de nuestra casita en el céntrico barrio de Darlinghurst, cuando visito cementerios bicentenarios comidos por el musgo o cuando se pueden ver las estrellas desde la ciudad en una noche despejada. Por enumerar unas pocas de mis impresiones.
El hecho de que todo ello exista en una ciudad tan grande, esa convivencia continua de contrastes del tipo ciudad VS naturaleza salvaje, creo que es lo que me impacta.
Igual soy una exagerada, pero aquí os dejo una lista de algunos de mis rincones “naturales” favoritos de la ciudad para que juzguéis vosotros mismos. Algunos son bien conocidos, pero otros creo que no tanto. Por supuesto que esta lista no está completa, así que, si queréis añadir alguno más, no dudéis en comentar :)
